viernes, 13 de noviembre de 2015

Lucharé

Cuenta una leyenda popular, y si no lo cuenta da igual, que un día las tropas napoleónicas llegaron a la Villa y al Castillo de Oropesa.

Eran tiempos de guerra, año 1811, y después de muchos intentos de ocupar la población, el ejército invasor decidió avanzar por Cabanes, para llegar a las tierras de Valencia.

Y así fue, cayó Cabanes, la Pobla y todos los pueblos del más allá. Entonces, Oropesa, defendida por la Torre del Rey y el castillo quedó aislada. Sólo el camino del mar la unía al resto de España.

Era la hora, no había ninguna duda, el único foco de resistencia en la retaguardia debía caer al precio que fuera.

“Es Octubre. Muchas cosechas se han perdido a causa de los ataques de los franceses y nuestras tierras están tristes.
Hoy 10 del 10 de 1811 hace dos días que nos asedian, estamos encerrados en el castillo, nadie sabe el tiempo que podremos resistir. Desde aquí veo el bello paisaje de mi tierra y me entristece no poderlo disfrutar.
El enemigo no para de rodearnos, nosotros, esperamos, nuestra arma es la paciencia”


Sí, aquel fue el día. Un cañonazo hizo saltar las piedras de parte de la muralla y el pueblo cayó en manos enemigas. Pocos vecinos opusieron resistencia y los que lo intentaron fueron reducidos hacia la parte más alta de la torre central.

Entonces, el pueblo se rindió y los franceses como muestra de su agradecimiento hicieron saltar por los aires la torre cuadrada que presidía el castillo.

“Ya no se escuchan los tiros, ¿qué pasará? ¿Se habrán rendido todos menos yo?”

Nadie lo sabía, pero Miquel voló con el castillo y voló a trocitos por la falda de la montaña, aunque su alma quedó dormida a lo largo de muchos años, en concreto, unos 128.

Como ya sabréis si lo habéis calculado, era el año 1939, y los aviones alemanes despertaban todo lo que no mataban, y él ya estaba muerto.

“¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado? ¡Cómo ha cambiado todo en una noche!”

Miquel incrédulo vio el castillo destruido, tal y como esperaba, pero los alrededores habían cambiado mucho.

Entonces, a media noche se levantó y comenzó a correr. Pensaba cómo podía haber cambiado todo tanto en una sola noche, pero aun así, todo cuadraba, porque la guerra todavía estaba presente.

De pronto llegó a la vía, después de bajar por unas escaleritas que no conocía. Hasta dudó de estar en su villa, pero algo le dijo que tenía que continuar corriendo y así lo hizo.

Camino del mar continuó encontrándose cosas que no había visto nunca. Incluso la vieja marjal tenía un sabor diferente. Todo esto le hacía sentirse extraño, pero ya veía el Cabo de Oropesa, el “Cabo Tenebrium”.



“Y aquí te encuentro sola, aquí está mi Torre, vigilando el mar. No sé dónde está la gente, ya vendrán. Maldito Napoleón, todo lo has cambiado. Nada es como yo lo recuerdo”

Entonces, Miquel que no comprendió lo que había pasado subió a uno de los miradores y gritó: “LUCHARÉ” y desde ese día vigila la torre esperando que vuelvan sus días.
Fran García,
Abril de 2003

Pd: Ahora sé que la torre del castillo de Oropesa del Mar fue destruida en la retirada de los franceses a lo largo de la guerra y no en su conquista. No obstante, he decidido no modificar este hecho en el cuento, por respeto al texto original.

Tampoco me consta ningún bombardeo en la Guerra Civil, aunque sí cayeron no demasiado lejos y se acaban de encontrar refugios en el castillo, mientras la sierra está llena de trincheras en recuerdo aquellos atroces años.

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