domingo, 31 de enero de 2016

Así, no juego...

Marc era un niño como cualquier otro.
No era un crack del fútbol pero soñaba con balones todas las noches. De hecho, siempre dormía intentando visualizar su mejor gol. Ese que normalmente no entraba, pero en fin, él ya sabía que la vida era más dura que un buen sueño, pero menos que una pesadilla.

De hecho, por encima de la lucha y el esfuerzo, aunque tenía de sobra, los maestros y entrenadores siempre decían que su mejor virtud era la honorabilidad. Por eso Marc, nunca veía ninguna tarjeta y era muy difícil que hiciera una sola falta.

A pesar de todo, llegó un día en que Marc decidió dejar de jugar a fútbol en el patio de la escuela.
Los compañeros tardaron en entenderlo. De hecho, Marc tardó mucho en explicarse, y es que nunca le había gustado hablar mal de ningún compañero. Simplemente, tomó la pelota de baloncesto y se marchó acompañado de los que decidieron seguirlo. Siempre había sido un líder positivo y nunca estaba solo.

Pero volviendo al hilo de la historia, vamos a revivir la conversación en la que se explicó:
-Marc, ¿Por qué ya no juegas al fútbol con nosotros?
-Se me han quitado las ganas.
-¿Y Por qué se te han quitado las ganas?
-Mirad, Me harté de las segadas, de los agarrones y de los insultos y cuando ya estaba harto del todo, algunos de vosotros empezasteis a tiraros a la piscina, a tiraros al suelo sin que os tocara y a pedir falta, como si estuvierais jugando la final de la "Champions".
-¿Y por qué no lo dijiste?
-¿Qué no lo dije? Y me contestasteis que eso era el futbol y yo así, no juego. Yo juego para disfrutar, para hacerlo bien, para hacer deporte, para compartir mi tiempo con vosotros. Yo no juego por ganar, yo solo quiero jugar bien, y vosotros no me dejáis. Si queréis seguir así, no contéis conmigo.

¿Podéis imaginar la cara de sorpresa de sus compañeros?
Pues sí, en un primer momento todos se quedaron helados, pero al cabo de un rato, reaccionaron, hablaron entre ellos y decidieron que Marc tenía razón. Había llegado la hora de reconocer que no se jugaban más que pasar un buen o mal rato o, de ganar o perder algún amigo. Por eso acabaron pidiendole las correspondientes disculpas y así, Marc volvió a jugar algunos días al fútbol, ​​aunque nunca abandonó el baloncesto y a aquellos amigos que encontró un día desesperado a la sombra de un aro.

Versión en valenciano
Fran García
Oropesa, 2016

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